Muchos niños y niñas que llegan a nuestros centros viven el mayor mal, familias rotas: el padre alcohólico o con otros vicios, acaba abandonando el hogar; también es frecuente el divorcio de común acuerdo o forzado, con las tremendas consecuencias para la madre que tiene que sacar adelante la familia y trabajar largas horas fuera de casa de la mañana a la noche.
Lo mismo sucede con las viudas o viudos. Los niños quedan solos, normalmente en la calles, buena escuela de pillaje. |